Las tardes de sábado tienen algo especial. No son como las tardes de los otros días de la semana donde las labores y la rutina te ocupan. Ni son como las de domingo, que encierran su bruma particular, mitad flotando, mitad huyendo o quizá contemplando el temido síndrome de domingo por la tarde. Todavía es sábado, son las 9:57 p.m. y no puedo ir a dormir sin antes comentarte agradecido porque la tarde de hoy fue particularmente especial.
En la mañana interrumpí los últimos detalles de la publicación que tenía planeada para este fin de semana. Solo me faltaban las fotos. Había pensado en una del Pibe Valderrama, otra de un buen Border Collie conduciendo un rebaño en alguna pastura europea y en un clip que Armando mi hijo, me había comentado. Un basquetbolista, de muy baja estatura, le subía el mentón a cada uno de sus, considerablemente mas altos compañeros, para darles animo después de una jugada que ponía en riesgo sus resultados. Estaba hablando de liderazgo y pronto te lo compartiré.
Salí con Mariela, mi esposa. Hicimos varias vueltas y cercano a la 1:30 recogimos a Armando, nuestro hijo menor, para ir a almorzar. Voy a ahorrarles detalles, pues hicimos un par de compras antes de llegar al sitio escogido. Se trataba de conseguir una que otra verdura en el mercado local y el afamado queso blanco de esta región en un sitio descubierto no hace mucho.
Llegamos a un restaurante típico, a orillas del Rio Sinú. La intención era comer pescado. Bocachico, un pez muy común y apetecido en esta región de Colombia. Llegamos y fuimos atendidos inmediatamente.
El Lugar
El lugar está en el punto final de la Avenida Primera de la Ciudad de Montería. Me ubiqué en el punto donde podía ver el rio fluyendo, viniendo hacia mí, y la ciudad estática, a la izquierda, tranquila, brillante, silenciosa, colorida, contemplándome mientras yo me deleitaba viéndola.
Allí sentado, habiendo respirado hondo, y agradecido con Dios por la posibilidad de estar allí, veía a una mujer de probablemente unos 45, tal vez 50 con “el tumbao que tienen los guapos al caminar” Su andar, como de soldadito de plomo, me muestra alguien que ha caminado por el tenebroso mundo de la adicción. Su actitud es la de la soñadora que quiere cambiar el mundo. Su ocupación, cuidar los carros de las personas que llegan a almorzar.
Me traen un guarapo, una bebida hecha de panela de caña, agua, hielo y limón. Deliciosa y refrescante. Inmediatamente pido más, y me traen una jarrra. En el rio, desde mi punto de vista, puedo ver un planchón que lento, pero seguro, lleva al menos 40 personas de una ribera del rio a otra, El sol brillante y las aguas crecidas, el río gordo, hacen que este evento corriente se convierta en espectacular. Tomo otro sorbo de guarapo, agradezco a Dios nuevamente por estar aquí.
Lo primero que llegó a nuestra mesa fue una sopa de pescado con un toque de leche de coco. Espectacular. El sol seguía iluminado la tarde, el río fluía, los planchones llevaban y traían sueños, Ideas, frustraciones, alegrías, sonrisas, pesares, ideales, de un lado a otro. Sutilmente, tal como en el sabor del coco, del pescado que me acababan de traer.
Te digo algo, eran las 2:15 P.M. debería estar sudando a chorros y quejándome. Estaba feliz y agradecido por lo que vivo, y por lo que veo.
Para Finalizar, ¡De qué o quién estás agradecido?
¿De qué estás agradecido? Por favor dejar un comentario debajo, cuéntanos que resonó contigo. Te responderé antes de nuestra próxima charla en el balcón. Me aseguraré que el café este caliente y el vino fresco. Disfruta la vida!
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Que expaeriencias maravillosas, los que hemos vivido algo de lo que describes, disfrutamos extasiados las agradables experiencias compartidas en tu charla de esta semana, en ese clima caliente de orillas de rio adornado con sus incidencias y deliciosos platos tipicos. Un abrazo para ti y tus queridos acompañantes
Así es Dago. Y lo que nos falta probar. Fuerte abrazo y s muchos saludos. Muchas gracias.